Si hoy nos ofrecieran un método para viajar al pasado y poder solucionar los errores ¿Qué tan lejos irías? 

Quizá estemos pensando que eso es absolutamente imposible; pero eso es porque estamos pensando en términos del tiempo lineal; el universo tiene millones de años y los humanos solo han formado una milésima parte del tiempo cósmico. Pero ¿Por qué aún vemos las reminiscencias de la banda de fotones? ¿Por qué podemos apreciar los fósiles de millones de años atrás?

La Kabbalah nos explica que el tiempo es como un gran edificio, nosotros estamos en medio del edificio, en el presente; mientras que arriba de nosotros está lo que conocemos como el futuro y abajo lo que entendemos por pasado, sin embargo todo forma parte de la misma esencia. 

Ahora; el tener esa segunda oportunidad para reparar los daños es justamente lo que el alma realiza cuando regresa a la tierra en otra forma, la reencarnación. Pues es otra oportunidad más para hacer bien las cosas, para perfeccionar nuestra alma y después ir al siguiente nivel. En ésta tirada observaremos qué corrección tenemos que hacer, qué ocurrió en la vida pasada y cual fue el problema que no se resolvió; además de que podremos analizar los patrones de ambas vidas, las similitudes y lo que tenemos que aprender para que no tengamos la necesidad de pedir una oportunidad más. 

El Rav Yehuda Ashlag decía en su libro "La Sabiduría de la Verdad": 

“Al contrario de los cuerpos que vienen y van, no existen nuevas almas. Existe un número específico de almas y éstas reencarnan en nuevas formas, vestidas con nuevos cuerpos en cada generación. Por ende, tomando el alma en consideración, cada generación es probada desde el principio de la creación hasta que el Tikún, nuestra corrección es completada. Así como una sola generación que tarda miles de años hasta desarrollarse y llegar al punto de Tikún y alcanzar el nivel que está destinada a alcanzar, sin importar el hecho de que durante el proceso cada individuo cambió de cuerpos unos cuantos cientos de veces, ya que la esencia del cuerpo, llamada alma, no sufre para nada de estos cambios”.